Es muy probable que ya sepas todos los detalles sobre la fiesta más popular de Valencia, pero es posible que no conozcas el verdadero origen de las fallas. En este artículo te contamos la historia y las raíces de las famosas fiestas josefinas valencianas.
Patrimonio Inmaterial de la Humanidad
El 30 de noviembre de 2016, las Fallas de Valencia fueron declaradas como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Desde ese momento, su popularidad se extendió por todo el mundo, atrayendo a millones de visitantes cada año durante todo el mes de marzo. Pero estas festividades no siempre fueron exactamente como lo son ahora, pues sus orígenes se remontan siglos atrás.
Significado etimológico
Antes de adentrarnos en la historia de esta festividad, debemos tener en cuenta el significado etimológico que se le ha adjudicado a la palabra valenciana “falla”.
Esta palabra deriva del latín facula, que quiere decir “antorcha” por lo que nos da una idea de que el fuego será un elemento protagonista en su significado.
Así pues, originariamente este término se utilizó para denominar precisamente las antorchas que se colocaban en lo alto de las torres de vigilancia romanas.
Historia del origen de las fallas
Algunas fuentes aseguran que la festividad de las Fallas tiene sus raíces en una práctica ancestral llevada a cabo por los carpinteros de la ciudad. Antes de la celebración en honor a su patrón, San José, estos artesanos solían deshacerse de trastos viejos y herramientas de madera utilizadas para sostener los candiles que los iluminaban durante los meses más oscuros del invierno. Este acto se realizaba en las calles y plazas públicas, convirtiéndose con el tiempo en una tradición muy arraigada. Es por esta razón que el día de la cremà, coincide siempre con el 19 de marzo, día de San José.
Esta tradición aparece por primera vez en la Guía urbana de Valencia escrita por el marqués de Cruilles en 1876.
Evolución de las fallas
En el siglo XVIII, las Fallas eran simples pilas construidas con materiales inflamables que simulaban una antorcha y que eran encendidas en la víspera de San José, dando así al inicio a las festividades.
Con el tiempo, estas estructuras evolucionaron y adquirieron un carácter crítico e irónico que representaban mediante “ninots” escenas satíricas de la sociedad y críticas sociales con un toque de humor.
Alrededor de 1870, las autoridades comenzaron a reprimir duramente las celebraciones populares, incluyendo las Fallas. Sin embargo, esta presión desencadenó un movimiento de defensa de las tradiciones típicas. En 1885, la revista “La Traca” comenzó a otorgar premios a los mejores monumentos falleros, lo que fomentó la competencia entre los vecinos y dio lugar al surgimiento de la falla artística, donde la estética se volvió más importante, aunque la crítica social seguía presente.
El Ayuntamiento de Valencia, en 1901, otorgó los primeros premios municipales a las mejores Fallas, marcando así el inicio de una mayor colaboración entre el pueblo y el poder político.
A día de hoy, las fallas forman parte de un movimiento artístico libre de expresión donde el humor y la crítica social se unen con la belleza del arte. Estas festividades se han convertido en un ritual lleno de música, pólvora, gastronomía y tradición que atrae a personas de todos los rincones del planeta.
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